miércoles, 24 de julio de 2013

Capitulo 1 — La carta.

                                            01 de mayo de 2013

                         Noosa, Queensland - Australia.

Zayn miró al tipo que tenía delante, a simple vista parecía alguien normal y corriente, pero si te lo quedas mirando durante el tiempo suficiente el glamour desaparece y no son más que huesos viejos. Zayn frunció el ceño, pero no apartó la vista. Tenía que admitir que era espeluznante, pero ya había visto de todo, así que no se sorprendía para nada. El huesos, como así lo había llamado en su cabeza, le extendió un sobre de color marrón, él lo cogió e inmediatamente el tipo dio un paso hacia atrás. Si no supiera lo que venía a continuación, hasta pensaría que huesos, le tenía miedo.

Abrió el sobre y sacó un dispositivo metálico de dentro. Era redondo y tenía el emblema del rey rojo. Un cuervo rodeado de un circulo con sus cinco estrellas alrededor.
Lo colocó en el suelo y dio un paso hacia atrás. Acto seguido salió una proyección del rey rojo. Era un nombre de más de mil años, pero aún así, se conservaba como un hombre de treinta años. Sus ojos rojos buscaron a los ojos marrones de Zayn, que al instante se pusieron rojo.
—Zayn Brown, eres el sucesor de Malik Brown, ¿cierto?— la voz rocosa de rojo hizo eco en su cabeza.
—Cierto, señor.— contestó Zayn de forma automática.
—¿Sabes por qué estoy aquí, cierto?
— Si, señor.—contestó sin quitar la vista de la proyección de rojo.— Soy un original, y debo servir a la causa de mantener el secreto bajo las cinco llaves de la caja de Mineon.
— Muy bien, señor Brown.— sonrió rojo.— La población del fuego agradece su cooperación y mucha suerte.
Dicho eso la proyección desapareció.
Zayn parpadeó un par de veces, poco a poco sus ojos volvieron a su color habitual.
Respiró hondo, miró a huesos y bufo.
—Espero que no estés las próximas veinticuatro horas detrás de mi, o te juro que no dudaré en echarte a los perros, saco de huesos.
Huesos siguió inmóvil, cómo si las palabras de Zayn no le afectara en lo más mínimo.

                                                      UshuaiaAntártida.

Odile cogió el sobre negro con precisión. Respiró hondo y sacó el dispositivo.
Sabia bien lo que suponía ser un Original, y lo conllevaba serlo, pero odiaba la vida que la había tocado. Todo lo que siempre había deseado era ser normal... y había encontrado alguien que la hacia sentirse así. Joshua, era humano, tímido y con una gran sonrisa. La hacia sentir mariposas en el estomago y eso era lo que la mantendría fuerte en aquella estúpida competición. Iría, se ganaría el lugar que la pertenecía por derecho de nacimiento, y luego volvería con la única persona capaz de hacerla sentirse normal y corriente.
— Señorita Black, me alegro volver a verla. — La saludó Rojo con una gran sonrisa.— Hoy es un día especial, espero que estés contenta, he visto muchos progresos en ti en los últimos años, espero que estés preparada.
Sus intensos ojos rojos se posicionaron sobre los suyos y acto seguido se sintió en un especie de burbuja.
— Muy contenta, sí....— respondió ella no muy convencida de ello — Siempre es un honor, servir a mi país.
Hizo una reverencia con la cabeza y volvió a mirar a Rojo fijamente.
No sabia porque había dicho aquello, pero de alguna forma no podía controlar lo que decía cuando Rojo la miraba tan fijamente.
— Bien, es bueno escuchar algo así, señorita Black, estoy seguro que muchos de sus compañeros tendrán mucho que aprender de usted. — Rojo forzó una media sonrisa y luego negó con la cabeza. — Su juramento, señorita Black.
Odile se aclaró la garganta.
— Yo, Odile Black. Soy una original, y debo servir a la causa de mantener el secreto bajo las cinco llaves de la caja de Mineon.
— Excelente, sigue así y logrará lo suyo, Odile.
— Gracias, señor.
Rojo la miró durante un segundo y luego volvió a negar con la cabeza.
— Odile, eres buena, y no lo digo por que soy tu líder, lo digo por que es la verdad, y si te dejas llevar por esos caudales de sentimientos que sientes ahora, saldrás muy mal parada pequeña, y créeme ninguno de los dos queremos eso.
Odile se encogió de hombros.
Odiaba que alguien así pudiera meterse en su cabeza y saber todo lo que sentía... era frustrante.
— Despidete, quizá esta sea tu ultima semana como una simple Black.— Rojo ya no sonreía.— No naciste para cosas pequeñas, acostumbrate a ser grande, pequeña.
Medio segundo después se cortó la transmisión y Odile pudo por fin respirar con tranquilidad.

                                      Tokio, Japón.

— Xander, hay visita.— Xander levantó la cabeza y miró hacía la entrada, había un hombre trajeado allí. Hizo una mueca, la sensación de alerta le tensó todas las articulaciones. Cogió a kreteux — su instrumento inmortal — y se dirigió a la puerta.
De lo primero que se dio cuenta era que el glamour de ese monstruo era del todo confuso, ya que su cara y manos, lo único que estaba a la vista eran apenas un borrón.
Entrecerró  los ojos y fue cuando el glamour se dispersó. Una cara huesuda apareció en su campo de visión, Xander sonrió.
Esto va a ser más divertido de lo que pensaba
— Debe ser mi día de suerte.— dijo animado.- un Ossa.
Ossa le entregó el sobre rojo y dio un paso hacía atrás.

La proyección de rojo tuvo un impacto muy positivo en Xander, quien por poco dio un rebote de alegría, antes de los ojos de rojo se posicionaran sobre los suyos.
—Xander red, hijo de Takashi red, ¿sabes por que estoy aquí?— la severa cara de rojo, le hizo dudar un segundo.
— Sí, señor...— contestó, tragó saliva y siguió.— Soy un original, y debo servir a la causa de mantener el secreto bajo las cinco llaves de la caja de Mineon.
— Muy bien, señor red, la población de fuego agradece su cooperación, y... mucha suerte.
Dicho eso desapareció.
Sus ojos permanecieron rojos, miró a Ossa como un proyecto de ciencias y sonrió con malicia.
— He oído que no eres muy hablador, pero tengo un método muy bueno de hacer a la gente hablar...— se río.
Ossa permaneció en su sitio inmóvil.

                                       Argel, Argelia.

Ellie jugaba con los cubitos de hielo de la cocina cuando un destello de luz en la cocina la hizo gritar, debido a su asombro todos los cubitos de hielo salieron volando en dirección de la luz. Al lado de la encimera, había un hombre vestido con traje importado, ella respiró hondo cuando todos los cubitos de hielo se pararon a su alrededor para acto seguido derretirse.
—Oh, eso... ¡es despreciable!— gruñó mirando al tipo.— ¿No te enseñaron en la escuela del terror que no se asusta a una dama...?
Ellie bufo al ver al huesudo delante suyo.
Él extendió la mano y le entregó un sobre verde.
— Espero que sean buenas noticias o te congelaré como uno de mis juguetes.— abrió el sobre, sacó el dispositivo y esperó una milésima de segundos.
— Ellie Green, un placer volver a verla.— rojo sonrió.
— Lo mismo digo, majestad.— contestó ella con voz cantarina.
— Sé que haz estado esperando esto gran parte de tu vida, y sé más que nadie que estás más que bien entrenada para esta misión...— hizo una pausa mirando fijamente sus ojos, ahora rojos.— así que querída Green, recitame tu juramento y acabemos de una vez ¿si?
Rojo sonrió amablemente y Ellie le devolvió la sonrisa.
— Yo, Ellie Green, soy una original, y debo servir a la causa de mantener el secreto bajo las cinco llaves de la caja de Mineon.
— Muy bien, Green, y que el hielo glacial te acompañe.
Ellie sonrió de oreja a oreja.
—Tuviste suerte, huesudo.— ella se giró hacía él y hizo una mueca.
— Oye, ¿sabes que un poco de maquillaje no mata? ¿verdad?.— se río de su propio chiste, hizo más cubitos de hielo que se quedaron revoloteando a su alrededor mientras saltaba de alegría.

                                    Munich, Alemania.

— ...Soy un original, y debo servir a la causa de mantener el secreto bajo las cinco llaves de lañ caja de Mineon.— dijo Hunter con voz cansina.
Rojo le taladró con la mirada, pero para empeorar su enfado, su poder no funcionaba con aquel chico, era un original de primera linea lo que significaba que sus intensos ojos color sangre no tenían efecto sobre sus ojos azules glacial.
— No sé si te has dado cuenta pero aún no te he preguntado nada, White.- dijo rojo entre diente.
— Hablemos claro rojo, a ti no te gusta perder el tiempo y a mi me la suda ese estúpido juramento,  ya tienes tu maldito juramento así que..— Hunter cruzó los brazos sobre el pecho.— ya puedes irte.
— Iré cuando yo diga Hunter, para algo soy el rey y el que está al frente de tu grupo, así que lo mínimo que puedes hacer es responderme con un poco de respeto.— Rojo seguía mirándole con frustración.
Iba a tener un gran trabajo con el sucesor de White, ese niño le traería un gran dolor de cabeza. Todo seria más fácil si se pareciera en lo más mínimo a sus padres.
— ¿Respeto?.— Hunter se río con amargura.—¿Me hablas a mi de respeto, Gideon? Siento decirte esto, pero tu no te mereces el más mínimo respeto de mi parte, si no fuera por el hecho de eres solo una visión, te juro que...
— ¡Ya basta! Aver si maduras de una vez White, yo soy tan culpable cuanto tu padre por lo que le pasó a tu madre, así que haz el favor y portante como un verdadero príncipe blanco lo haría. Esto no se trata de ti o de tus problemas con aceptar el hecho de que Amelia esté muerta, esto se trata de los tres reinos y de seguir manteniendo el secreto bajo las cinco llaves de mineon.
Hunter bufo, pero no apartó la vista de rojo.
—Tienes menos de veinticuatro horas para cambiar tu actitud o te quitare  tres clases de entrenamiento, puede que creas que sabes todo y que tienes un gran potencial, pero todavía te queda mucho que aprender Hunter y lo sabes. Créeme, no te gustaría que comunicara tu infame actitud a Grey.
Hunter se relajó.
Rojo tenia razón, lo ultimo que necesitaba era que Grey supiera sobre su actitud y decidiera eliminarlo de la competición.
— Muy bien, Gideon.
—Para ti, soy rojo, tenlo en cuenta en los próximos días, no quiero tratar contigo a base de amenazas, White.
— Genial.— contestó Hunter cortante.
— Dicho esto, nos veremos el sábado, que las fuerzas del agua te acompañe.
Acto seguido rojo desapareció.
Hunter respiró hondo.
Los juegos mortales estaban literalmente a la vuelta de la esquina y él temía no estar lo suficiente preparado para la ocasión. No quería decepcionar a su padre y mucho menos a su reino.

                                    Brixell, Míchigan — USA.

Crystal miró con el ceño fruncido a los dos hombres trajeados que estaban en recepción. Se veían ricos y con muy buen gusto por las vestimentas.
Gloria, una de las superioras le hizo señas para que se acercara, y así lo hizo. Aunque con cierta cautela. Uno de los chicos era rubio, muy alto y demasiado delgado. El otro era bajito, rechoncho y calvo. Lo que más le llamó la atención fue, que mientras el calvo era sonriente y hablador, el flacucho era callado y serio.
Toda una comparación.
— Crystal, estos son el señor Marshall...— señaló al calvo.— y su ayudante. ¿Cómo se llamaba?
— Hola, Crystal.- la saludó Marshall ignorando la pregunta de Gloria. — Soy el abogado de tu padre.
Crystal abrió mucho los ojos.
¿Abogado? Bueno... tenia pinta. Pero, que dijera que era abogado de su padre la extrañaba. Nunca había sabido quienes eran sus padres... Nunca se habían importado con ella. Así que... ¿Qué hacia allí un abogado que decía trabajar para su padre?
— ¿Le importaría que hablara con Crystal en un sitio... más cerrado?— preguntó Marshall a Gloria, quien inmediatamente se sonrojó.
“di que no, di que no...”— suplicó ella en silencio.
— Claro, acompañame.— contestó Gloria haciéndole señas para que la siguiera.
Marshall hizo una movimiento con la mano para que Crystal fuera delante.
Ella no dudó ni un momento, casi se pegó a Gloria.
Gloria se dirigió a su despacho y los hizo pasar. La habitación no era muy grande,  el escritorio ocupaba gran parte del espacio, luego había dos sillas más para los invitados. En una de las paredes había un cuadro de la torre Eiffel y varias fotos de niños del orfanato.
— Creo que aquí estaréis más cómodos y nadie les molestará, ¿deseáis algo?¿té, café... agua quizá?— preguntó ella haciéndole ojitos a Marshall.
“Oh, por dios...”
— Estaría bien un poco de té a todos... ¿unas galletas quizás?
— Claro, claro. Galletas. ¿Qué es un té sin galletas verdad?— se río con descaro.
Crystal se aclaró la garganta, incómoda.
Gloria sonrió a modo de disculpa, se excuso y salió cerrando la puerta tras ella.
— Seguro que tienes miles de preguntas, ¿cierto? Bien, no esperaba menos, te responderé todo lo que pueda después de que recibas tu carta. ¿vale?
Crystal asintió para luego suspirar.
El flacucho le tendió un sobre gris, ella alzo la mano para cogerlo, pero se quedó inmóvil al ver como su mano se convertía en una mano huesuda y esquelética. Ella abrió mucho los ojos y miró al tipo a la cara, ahogó un grito al verlo.
Era como un esqueleto viviente.
— Tranquila, abre el sobre y atiende a su mensaje.— dijo Marshall, que para su sorpresa supuso un calmante para su posible ataque de nervios.
Ella abrió el sobre con cuidado, y de el sacó un dispositivo redondo. En su parte superior había un escudo con dos leones, un frente a otro, aunque estaban separados por rayo.
— Ponlo en el suelo y alejáte un poco.
Y así lo hizo.
Medio segundo después el dispositivo hizo un inaudible clic y de el salió la proyección de un hombre joven de poco más de veinte años. Él también llevaba un traje, un traje gris y a diferencia de sus visitantes, el suyo parecía mucho más caro. Y él se veía mucho mejor en el que cualquier hombre hubiera podido estar. Su cabellos eran tan blancos como la nieve y sus ojos parecían del color del mercurio liquido.
Sombrío y letal.
— Hola pequeño trueno.— dijo él con una sonrisa de oreja a oreja.
Si ella no hubiera estado tan aturdida hasta le habría devuelto la sonrisa, pero en cuanto sus ojos se encontraron, su cerebro entró en ebullición y no fue capaz de pensar con coherencia. — Sé que tendrás muchas preguntas y querrás saber por que no fuimos capaces de encontrarte hasta ahora y, estoy seguro que habrás pasado por muchas cosas y que seguramente nos odies por haberte abandonado, pero créeme, pequeño trueno, tu madre no tuvo alternativa, no quería esto para ti y lo entiendo...

» Pero es hora de que sepas de donde vienes, sobre tus raíces, tu misión y sus fines.
Crystal, hija. Yo habría hecho lo mismo que tu madre, pero, su pasión hacia ti te ha puesto en peligro. Estás en todo los puntos de mira, eres una Grey, por tanto llevas una gran fuerza interior, pero me gustaría que eso significara que fueras el trueno que te mereces ser. A partir de ahora tendrás a tu disposición todo lo que necesites, sé que eso no recompensa todo el tiempo perdido, pero créeme pequeña, he movido cielo y tierra para encontrarte y ahora que te encontré no pienso perderte, estaré orgulloso de ti, sea cual sea tu resultado. Te quiero mi pequeño trueno. Que los treuños te acompañen.

La proyección se evaporó, Crystal parpadeó varias veces. Hasta el momento no se había dado cuenta de que había estado llorando, rápidamente se limpió la cara algo avergonzada. Marshall le sonrió dulcemente.
— Todavía queda otro, quizá quieras recomponerte antes, rojo no es tan simpático...
Se callo al ver que otra proyección aparecía.
— Hola, Crystal.— dijo el hombre de pelo rojizo de la proyección. Su expresión no era tan severa cuanto la de su padre, y no era su expresión seria y desdeñada lo que lo delataba. Sus rasgos eran duros y fríos, pero cuando sus ojos se encontraron, ella no se sintió como si estuviera fuera de su cuerpo o incluso en una burbuja. No sintió nada más que un pequeño escalofrío por sus ojos rojo sangre.— En primer lugar, bienvenida, ser una original te supondrá, superarte a ti misma, tus compañeros fueron entrenados durante toda sus vidas para eso y por culpa de tu madre eres la que más desventajas tienes...
— Me gustaría que no hablarás de mi madre en ese tono.— se vio diciendo sin al menos pensarlo. Nada más decirlo se arrepintió.
— Puede que te duela oírlo, pero en los próximos meses lo oirás constantemente, así que acostumbrate, te pediría que recitaras tu juramento, pero dudo que lo sepas, por lo tanto eso se quedará para mas adelante. Huesos y Marshall estarán a tu disposición hasta pasadas las ultimas veinticuatro horas del comunicado de tu participación en los juegos mortales, en cuanto haya pasado ese tiempo, tu guardián los reemplazaran y el sábado te trasladaran a lo que sera tu casa por los próximos dos meses.— el tipo movió los brazos con exasperación, y luego suspiró, parecía bastante fatigado.— que los truenos te acompañen, Crystal.
Nada más desaparecer la proyección, Crystal ya tenia miles de preguntas que hacer, pero se tuvo que contener cuando Gloria abrió la puerta, trayendo todo un tentempié a los visitantes.

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